Boda en Ubrique. Parroquia de la O y Hacienda El Rosalejo
Si por algo es conocido la población gaditana de Ubrique es por la piel, pilar fundamental de la economía ubriqueña. Desde el siglo XVIII contituye una verdadera cultura que llega hasta nuestros días. Mucho ha evolucionado desde aquellos tiempos y si ha permanecido hasta la actualidad ha sido por su evolución, sabiendo adaptarse a los nuevos tiempos. Hoy en día, son grandes marcas las que confían su fabricación en ese rincón de la sierra de Cádiz, siendo uno de los principales centros de trabajo de Europa.
La novia se trasladó a la iglesia cruzando Ubrique en un coche con seis caballos a la larga
Es bonito escuchar la historia de una empresa como nos la transmitía Alejandro. Palabras de elogio a su padre siempre estaban presentes, hombre trabajador, educado y maestro con toda una vida a su lado. Hablábamos de lo difícil de la época que atravesamos y el espíritu luchador que siempre le inculcaron. Hablábamos del importante camino que habían tenido que atravesar para que El Potro tuviera su huequecito en el mundo de los complementos en piel.
Los nervios estuvieron presentes en las dos casas donde los contrayentes se ataviaban con sus mejores galas en compañía de sus familias. Precioso el coche de caballo encargado de trasladar a Ángela a la iglesia, parecía imposible que aquellos seis caballos dispuestos «a la larga» atravesaran las estrechas calles en busca de la puerta principal de la parroquia de la O. Voces que te erizaban los bellos salían de aquel coro en lo más alto de la iglesia, que amenizó de la mejor manera una bonita ceremonia.
La haciendo el rosalejo se vistió de gala para acoger una gran boda
Me habían hablado muy bien del lugar de celebración, la hacienda El Rosalejo tenía muy buena crítica y este día era el momento de comprobarlo. Camino de Villamartín y junto con Joan Vergés que se encargaba de la fotografía, nos encontramos a la izquierda el cortijo, entre campiña y sierra nos adentramos en un rincón espectacular. Jardines árabes, piscina entre higueras, picadero, dos precioso salones o una bodeguita del siglo XVIII para la fiesta, todo de la mano de un buen servicio y una comida de calidad que pudimos deleitar.
Sabemos que disfrutasteis como niños, que os dejásteis llevar y que seguro que aquel día se hizo corto, muy corto, pero eso siempre es buena señal… Chicos, gracias por todo, fue un placer acompañaros y ver de cerca ese amor que se tenéis, esa complicidad que se guardáis y vivir con vosotros, lo que fue uno de los días más bonitos de vuestras vidas. Ahora sólo quedan las imágenes, ellas ayudarán a que lo recordéis una y mil veces. Aquí van unos minutos, pronto mucho más. Sed felices, siempre.
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