I+L. Boda en finca Zamora, Nueva Jarilla
Cuando vives de cerca los inicios de una pareja, todo es diferente. Vives esas cosquillitas en el estómago de alguien que se está empezando a enamorar, vives como la sonrisa se dibuja en su cara cada vez que pronuncia su nombre, vives, lo vives y cuando es de cerca llegas a tenerlo como algo tuyo. Virginia se convirtió por un tiempo en confidente de encuentros, de besos, de quedadas y de un proceso que poco a poco fue dejando atrás muchísimas barreras en busca de la felicidad, de su meta, son en situaciones como esta cuando comprendes aquella frase de que ‘el amor lo puede todo…’.
Los caprichos de la vida, de compañeros de clase a fotógrafos de su boda
Me acuerdo aquel día en que le abrimos las puertas de casa a Lydia, venía con su novia, aquella chica que conoció por su afición en común sobre las dos ruedas, quién será… ¡Hola chicos, ella es Isa!, ¿Isa? ¿Isabel María?, el color rojizo de su cara le delataba, estaba entrando en casa del compañero de escapadas de clase, el compañero de instituto, el compañero de clase. Nunca me imaginé que fuera Isa la otra mitad de Lydia, qué sorpresa, fijaros Isa amiga del instituto de un servidor y Lydia amiga del instituto de mi novia, de Virginia, casualidades de la vida…
Luchar contra las adversidades o te unen o te desunen y a ellas dos les hicieron fuertes, muy fuertes. Días de trabajo, de incertidumbre, de paro, de mudanzas, de caídas, de muletas, de conversaciones entre copas en la Antigua, días, horas, locuras, y entre locura y locura, la más grande, ¡nos casamos, estamos esperando fecha!, ¡caaaaatapummm!, no nos lo creíamos, la verdad, pero fue por poco tiempo. Aquello iba avanzando a pasos agigantados, primero todo el papeleo, luego con la fecha en su poder y el concejal, se fueron hasta la coqueta finca Zamora a imaginar como sería aquel día. Las motos aquí, el concejal aquí, nosotras aquí mirando hacia allí, los invitados es esta zona y saldremos de aquí, cada una desde una puerta…
Dejaron los vaqueros por un día para convertirse en princesas
Las invitaciones, los trajes, el menú, la preboda y los nervios, muchos, hasta que llegó el día. En esta ocasión nos acompañaba Dani Troncoso que junto con Vir, vieron como la Greduela se vestía con sus mejores galas mientras yo volvía a mis orígenes, a un Parque Atlántico donde de pequeño, siempre iba a comprar chucherías. Allí me encontré a todos los miembros de la familia muy nerviosos, todos menos Antonio, compañero de partiditos de futbol que, copita en mano, fue el encargado de subir la cremallera del vestido de su hermana.
Sinceramente espectaculares las dos, los vaqueros los dejaron en casa por un día y aparecieron guapísimas en busca de sus respectivos anillos. Ceremonia con risas y alguna que otra lagrimilla y a celebrarlo, la fiesta había comenzado y no sabíamos cuando iba a terminar… ¡Chicas!, sólo queremos que sigáis siempre igual de felices y enamoradas, no hace falta que os diga que aquí nos tenéis para lo que necesitéis. Un fuerte abrazo y a vivir sonriendo…
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