J+L. Boda en iglesia de San Francisco, baluarte de los Mártires, Cádiz
Suele pasar y siempre lo escuché, pero hasta que no lo ‘sufres’ en tus carnes no te lo llegas a creer del todo. Nunca tuve perro y nunca lo quise, bueno, hasta hace poco más de un año. Después de que mi hermana insistiera un día sí y otro también, logró que entrara por las puertas una bolita de pelo negro. Tenía mucho miedo y era muy friolero. Le encantaba acostarse bajo la mesa de la estufa a pocos centímetros del radiador. Fueron pasando los días y hoy ‘Canon’, que así se llama, ha vuelto loco a toda mi casa. Te da la patita, te recibe dando saltos de alegría y le gusta dormirse muy cerquita de cualquiera de nosotros, nunca deja de sorprendernos.
Así es, yo lo escuchaba de otras familias y no podía llegar a entender lo que se llega a querer un perro. Por eso no nos sorprendimos cuando conocimos a la pareja que hoy os presentamos. Su invitada especial y a la que teníamos que hacer hincapié, se llamaba ‘Mía’. Era castaña, peluda y le encanta jugar con su muñeco, tu se lo tiras y ella te lo trae. La compañía de la preciosa ‘cocker’ ha llenado de acompañamiento muchísimas horas de la pareja en la capital. A tantos kilómetros de distancia de la ‘tacita de plata’, ‘Mía’ se ha ganado todo el cariño del mundo y ha conseguido hacerse un hueco en la familia.
Una boda desde la playa de la Victoria al baluarte de Los Mártires
Con unas impresionantes vistas a la playa de la Victoria comenzamos la jornada. Maquillaje, peluquería y camino de San Francisco. Allí la familia esperaba. Una amenización muy especial provocó que las lágrimas de Lupe asomaran sobre el altar. Papelillos por los aires y camino de la Alameda Apodaca. Unos ‘clicks’ de pareja mientras esperábamos a ‘Mía’, que sería protagonista de alguna de las fotografías de la sesión.
Es entonces cuando llegó la magia. Magia por el entorno y la puesta de sol privilegiada que pudimos disfrutar durante los aperitivos. Magia por una deliciosa comida preparada por el catering El Faro. Y magia por el fantástico Juan Tamariz, que llenó de cartas, caras de asombro y sonrisas, las mesas del precioso salón del baluarte de los Mártires. La fiesta comenzaba y entre bailes y disfraces, fueron adentrándose en la madrugada de uno de los días más mágicos de la vida de Jorge y Lupe.
Chicos, gracias por todo. Fue un placer acompañaros en un día tan especial. Gracias por la confianza que depositasteis en nosotros en plasmar en imágenes, para siempre, lo que fue un día realmente inolvidable. Sed felices.
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