A+R. Boda en San Miguel y Williams Humbert, Jerez
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La preboda en Vejer de la Frontera, antesala al gran día.
Es genérico en las parejas tener cierto respeto a ponerse ante las cámaras. Nunca, o en contadas ocasiones, han sido protagonistas de una sesión fotográfica realizada por un profesional. Es común que, a pesar de muchos años de noviazgo, las fotos que tienen juntos son en contados eventos y como no, realizadas desde un smartphone.
En una boda, los novios se enfrentan no sólo a una cámara, podemos juntarnos hasta cuatro o cinco profesionales entre foto y video en una misma habitación. Es cuestión de tiempo y en tan sólo unos minutos se adaptan rápido y comenzamos una convivencia de más de diez horas entre fotógrafo y «modelos».
Vejer y Jerez, dos lugares y un sólo motivo
Es por ello que la preboda es un valor añadido. Además de tener un recuerdo único, con ropa informal, un paseo en pareja con fotos naturales, también es una forma de «partir el hielo» ante la cámara y crear una conexión con nosotros, aprendiendo a interactuar para tomar las imágenes lo más natural posible.
Vejer de la Frontera y sus rincones, fue el lugar escogido para dar una paseo de tres. Alberto, Rocío y la pequeña Emma recorrieron las calles del blanquecino pueblo en busca de miradas, sonrisas y un recuerdo para toda la vida. La pequeña saltó, corrió y sobre todo sonrió, regalándonos preciosas estampas con sus padres a pocas semanas de que llegara el día en que acompañaría a sus padres al altar, llevando entre sus manos los preciados anillos.
Un sin fin de detalles entre bodegas de Jerez con olor a vino
Y llegó el día B, cuando amaneció, nadie apostaría que tendríamos el sol asomando por el campanario de San Miguel a la llegada de Rocío. Tan sólo unas horas antes habíamos tenido que tirar del paraguas para trasladarnos desde la peluquería a la casa, la lluvia arreciaba con fuerza y los claros en el cielo estaban ausentes, todo estaba gris y cerrado.
Las bodas se diferencian unas de otras en los detalles. Tematizar un evento buscando algo en común de la pareja, de su forma de ser o de su historia, la hacen especial y le dan un toque único y original. Sólo bastó adentrarnos unos metros en las bodegas Williams & Humberts, para darnos cuenta de que los detalles importaban y que los novios habían cuidado hasta el más mínimo para hacer de su gran día, una experiencia única para todos sus invitados.
El olor a vino fue el primer impacto para los invitados, sobre todo para los que venían de fuera, ¡huele a Jerez!, dijo uno de ellos. Para nosotros quizás, es asiduo la celebración de los enlaces en las bodegas, pero para los que nos visitan, es una bonita experiencia comer entre las interminables botas y con ese olor tan característico.
Los Playmobil tomarían todo el protagonismo de la imagen corporativa de Alberto y Rocío, desde el mesero hasta un original photocall con las botas de la bodega, desde la invitación hasta la minuta, la cartelería de los aseos o el buffet de chuches, todo con divertidos diseños y mensajes dando forma y personalidad al evento.
La fiesta estaba montada, sólo había que disfrutar y así lo hicieron. Desde la recepción Alberto y Rocío supieron aprovechar cada minuto, saludando y tomándose fotografías con amigos y familiares, con los que viven lejos y los que viven cerca, risas e incluso algunos bailes para hacer de esta jornada, un día que a buen seguro no olvidarán jamás.
Pareja, gracias por todo. Vuestro trato fue exquisito. Disfrutamos con vosotros haciéndonos partícipes de un día mágico. Familia, disfrutad de la pequeña, sed felices…
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