Fue un impacto desde el minuto uno. Poner un pie en el aeropuerto de Nueva Delhi y notar que somos unos extraños en un país extraño. Así es, todo el mundo nos mira, bueno, más a Vir que a mi, los rizos no están muy vistos en La India. Comienza la pelea por llegar al hotel, pinturas de guerra y allá vamos…
El que te vendía el ticket del taxi, el taxista, el que ayuda al taxista, el que está en la calle del hotel o el que te vende los tickets de tren en el hotel, todos, todos ellos nos intentaron engañar y contando que llevábamos una hora en el país, supimos en ese momento que esto no iba a ser tarea fácil.
Al final casi que te acostumbras y esa alerta es constante desde que sales de tu habitación. No te puedes fiar de nadie, todos te ven como una caja de billetes andante. Hasta tal punto puede ser comprensible pues cuando la necesidad cuando aprieta y sobrevivir se convierte en algo prioritario, hay que buscarse la vida aunque sea a costa de los turistas.
Mucha suciedad pero no tanto olor (o quizás también nos acostumbramos) por las calles de cualquiera de las ciudades que visitamos. Aterrizamos en la capital Nueva Delhi y después de unos días, pusimos rumbo en taxi hacia Jaipur. Tras visitar la ciudad rosa, llegamos a Agra con las caras pegadas a los cristales, locos de ver la forma de conducir, sus medios de transporte y todo lo que nos iba regalando ambos lados de la carretera. Tras Agra y su Taj Mahal, llegamos a Varanassi, la ciudad sagrada donde descubrimos la verdadera India, la religiosidad a flor de piel, una de las ciudades más impactantes que hemos pisado.
Os dejamos un pequeñísimo resumen fotográfico y unos minutos de video de nuestros 15 días de estancia en este precioso país.